—La magnanimidad en la que está envuelta la música surge de las emociones que sentimos e incluso expresamos cuando la escuchamos, ya sea de cualquier género, sentimos cómo cada palabra y cada nota musical recorre nuestro cuerpo, cómo fluye la emoción, la tristeza, la molestia, la melancolía y toda clase de sensación que logremos captar a través del disfrute de la melodía.
>>El mundo está lleno de cosas que ignoramos y otras que sabemos, aunque pocas personas saben lo que un día descubrí. El sonido es un fenómeno físico resultado de una vibración, y si generas un sonido muy fuerte este puede hacer que un objeto vibre. Al investigar un poco logré descubrir que la causa de esto es netamente musical, me explico; las notas que son utilizadas hacer melodías con ritmos que se coordinen entre sí, hacemos siempre lo posible para que eso suene bien... eso es música. Pero resulta que los objetos, aunque estén quietos, tienen notas musicales también, esto quiere decir que una pared puede estar en LA, SI, DO y en cualquier tipo de nota musical que exista, octavas más arribas, octavas más abajo. Esto explica por qué, a veces, cuando un carro acelera el motor y genera un estruendo, los vidrios ajenos al auto, se mueven y tiemblan. Experimentando con esta hipótesis descubrí que no sólo los objetos pueden ser parte de este fenómeno, sino también las personas...
>>Verás, no puedo aceptar el hecho de que una persona no disfrute lo que escucha, simplemente me desanima saber que alguien no le da la importancia a lo que sus oídos le permiten escuchar... tampoco me gusta estar desanimado... la vida tiene que ser alegre, nadie debería estar triste o infeliz, mucho menos cuando se está escuchando música, por eso me siento satisfecho de eliminar a esas personas que veo en los conciertos y no valoran lo que escuchan, sino que están ahí por aparentar.
>>La policía no logra entender la causa de las repentinas muertes que han surgido en los últimos conciertos de la banda. Y nunca la encontrarán, tendrían que tener una inteligencia igual que la mía... y no la tienen. Una vez nos me arrestaron a mí y a los de la banda, sospechaban que organizábamos asesinatos en los conciertos, no se equivocaban del todo, pero sabían que el único culpable siempre fui yo... mis amigos de la banda no tenían nada que ver, eran igual de ignorantes que la policía.
>>Cómo olvidar aquella fuga, ha sido y será recordada como la fuga de un penal más extraña en la historia: sólo escapé yo, fue hermoso. Me acuerdo de todo como si hubiese sido ayer.
>>Todo empezó con mi descubrimiento de la vibración a través del sonido y de cómo las cosas, con una misma nota musical, pueden moverse si una de estas llega a sonar; experimenté con muchos objetos, las paredes vibraban con el estruendo de la batería y viceversa, la guitarra podía lograr que un vaso de vidrio quedara hecho trizas, y así muchas otras variedades de cosas se podían hacer vibrar; yo seguía odiando a las personas que no disfrutaban la música que veía en los conciertos, tanto que ya había decidido encontrar alguna forma de matarlos sin ensuciarme las manos, y lo hice; resulta que la música no sólo hace vibrar las cosas básicas sino también la sangre; resulta que si logras saber cuál es el tipo de sangre de alguna persona, puedes, a través de ciertos acordes y ciertas notas, hacer que la sangre de esta empiece a vibrar dentro de la persona, produciendo bolsas de aire que viajan con la sangre hacia el corazón y al entrar en él ¡Pfff! Infarto sin oportunidad de ser salvado.
>>Al principio experimenté con ratas. Con estas era mucho más sencillo, su sangre era muy fácil de mover con casi cualquier nota musical, luego aumenté la dificultad con perros, gatos, monos, y al final decidí experimentar en los conciertos. Claro, que necesitaba conocer el tipo de sangre de la víctima, pero eso no era tan difícil, mandaba a un asistente que ignoraba lo que me tramaba a averiguar el tipo de sangre de la víctima, bajo la excusa de que le daríamos una droga para que disfrutara con mayor entusiasmo el concierto, las víctimas accedían rápidamente, jaja, ¿a quién no le gusta disfrutar un concierto de rock drogado? Luego el asistente me daba el tipo de sangre, no podía experimentar en pleno concierto dado que los acordes de las canciones no eran los que necesitaba, así que aprovechaba los espacios entre canciones o cuando afinaba, incluso en las pruebas de sonido, probaba notas a diferentes volúmenes para ver cómo era efectivo con qué tipo de sangre.
>>Poco a poco fui descubriendo cuáles eran las notas para cada tipo de sangre, el problema era que no sólo mataba a uno, sino a todos los del mismo tipo de sangre, lo cual supuso un problema y rápidamente empezaron a cancelar conciertos, se levantaron sospechas sobre nosotros, así que fabriqué una sustancia para que la persona que la tomara fuese la única que muriera, puesto que no tenía que hacer el acorde mortal completo o morirían las demás personas, lo dábamos a los elegidos como la droga prometida para disfrutar el concierto, funcionó de maravilla.
>>Morían diez minutos después de tocar el acorde, por lo cual nunca sospechaban de nosotros, pero tras dos años con decenas de conciertos, y un muerto por cada presentación, decidieron detenernos para hacernos una profunda investigación. La policía estaba desesperada porque no hallaban pruebas de nada y no encontraban cómo culparnos, cuando sabían que todo era obra de nosotros o de alguien de la banda, al final nos sentenciaron a veinte años de prisión por complicidad en asesinatos múltiples.
>>Obviamente yo no podía pasar la mitad de vida en una cárcel, así que estuve muchos meses delirando, no soportaba estar en ese panal de escorias de la vida, sin alegría, sin música, y comencé a pensar en la obra de arte que fue mi escape de allí.
>>¡Oh!, me estremezco nada de recordar cómo fue, empecé a golpear las paredes, las rejas de las celdas, el piso, los platos, todo, hacía ruido con lo que fuera, golpeando cualquier cosa, y gracias a mi experiencia pude detectar la vibración de cada objeto, y por lo tanto su nota. Tras dos años haciendo eso, logré identificar las notas posibles en cada una de las cosas que se encontraban en la cárcel, me había ganado el apodo de Gorkus “El Tonos Locos”, ya tenía todo listo, el plan era matar a todo el personal con los sonidos, pero todavía me quedaba saber el tipo de sangre de los guardias, fue muy difícil pero lo conseguí haciendo tratos con los presos, ellos investigaban por mí y yo tocaba buena música en los recesos para la comida, duré unas ocho semanas en recaudar esa información. Ya un día decidí que era hora poner en marcha el plan, hablé con todos los reos y les pedí que hicieran los ruidos conformen fuese llegando los guardias que iba llamando.
>>Fue completamente épico, armamos tal alboroto que los oficiales empezaron a llegar de siete en siete; cuando ya había, por lo menos, unos veintinueve di la señal y los presos empezaron a golpear las paredes, rejas, mesas con diferentes objetos, el sonido fue sublime, ni yo había escuchado nada parecido antes, claro que los guardias terminaron por esposarnos a todos otra vez, pero eso no fue problema, después de unos minutos del alboroto los policías empezaron a caer sin vida uno tras otro, nos liberamos todos y la cosa se puso fea ya para salir; los presos habían agarrado las armas y empezaron a disparar a diestro y siniestro. La masacre era inminente, había más de cincuenta cuerpos regados por todos lados y los policías seguían disparando. En un momento de frenesí, entre todos, logré escabullirme entre la policía y hablar con el guardia al mando, le dije que dejara de disparar a los reos, que pronto estos iban a caer gracias a mí; rápidamente se abalanzó sobre mí, lo esquivé y le hice una llave, le dije que por favor se calmara que ya todo iba a acabar y, efectivamente, así fue, los reos fueron cayendo uno a uno...
>>La música de las paredes y objetos no sólo habían afectado a los guardias, sino también a los presos; estos, en su ignorancia, creían que usaban el sonido contra los guardias nada más. Al ver esto, el guardia en jefe me dejó salir rápidamente agradeciendo que no utilizara esa “brujería” con él. Y así fue cómo escapé de aquella asquerosa cárcel.
—Pero señor, Hannes, todo lo que me ha contado no tiene ningún sentido —respondió el muchacho después de que conté todo—. ¿Cómo fue que el sonido, las vibraciones y todo eso, no lo afectó también a usted?
—Porque para sufrir los efectos debes escucharlo todo.
—Por eso mismo no le creo, usted tuvo que haber sufrido todos los efectos desde el principio de la historia, creo que usted me está contando una completa historia de fantasía.
—Lo que pasa es que tuve un antepasado que hizo un pacto con el Señor de la Oscuridad, este le dio dotes musicales extraordinarios a su hijo, pero a cambio el niño y todos sus descendientes padecerían una sordera parcial.
—¿Me está diciendo usted que es sordo?— me preguntó incrédulo el muchacho
—Efectivamente, pero... de un modo distinto, digamos.
—No termino de tragarme su cuento —miró su reloj con hastío—, ya se me hizo tarde, mejor me voy a casa— el muchacho se levantó dispuesto a salir del bar.
—Bueno, fue un placer contarte parte de mi historia.
El muchacho se me quedó viendo y me tendió la mano.
—No le creo ni una palabra, pero esa historia, real o no, es buena, tiene bastante tela de dónde cortar, mucho gusto, soy August McFlower.
—Un placer mi nombre es Hannes —le dije estrechando su mano—, Hannes van Beethoven.

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