Londres, 2 de marzo de 1975
Valentina,
Hermana amada, aquí estoy, como cada domingo, te escribo para contarte mi semana, esta ha sido una de las más locas que he vivido nunca, tengo miedo de salir, quisiera quedarme en casa y no hacer nada, dedicarme sólo a leer y escuchar música...
¿Recuerdas a Jimmy, el chico que conocí en aquel concierto?, pues esta semana estuvimos saliendo, me llevó a unos bares donde presentan música en vivo, todo bien con él, es muy cariñoso y sabe tratarme bien... Bueno, hace un par de días fuimos a un bar, para regresar debíamos tomar el metro de la estación Moongate, cuando llegamos allí todo era un caos, al parecer un tren que llegaba no pudo frenar, en cambio aceleró, el accidente fue horrible, todavía hoy se reportan cuerpos, van más de cuarenta muertos y más de cien heridos, no he dormido bien desde entonces, pensando en qué me habría pasado de no estar en el lugar ni en el momento adecuado...
No dejo de pensar en ti, no imaginas cuánto te extraño... no he dejado de extrañarte nunca. Ya tengo dos años aquí, pero aún me cuesta acostumbrarme a algunas cosas, quiero regresar... sé que, por ahora es muy difícil, pero deseo ver tus hermosos ojitos de miel que son la dulzura de mi vida y tu encantadora sonrisa que es la luz de mi alma... las extraño más que a nada en este mundo. Eres mi inspiración, y por eso no me voy a encerrar, voy a trabajar cada día más duro, así, tal vez, para fin de mes pueda comprar un boleto de vuelo a Venezuela. No te prometo nada, pero haré todo lo posible, hablaré con mi jefe y le ofreceré algún trato, que me preste algún dinero, cubriré los dos turnos o ya veré cómo me las ingenio.
Me encantaría poder traerte aquí algún día, sé que disfrutarías de este mundo tanto como yo, hay música muy buena e interesante, y hay conciertos casi todos los días, hay grupos increíbles: Yes, Pink Floyd, Jethro Tull, King Crimson, The Who, Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, Queen, todos son increíbles, amarías lo que se está viviendo aquí, es impresionante. Te enviaré un par de LP para que mamá te los ponga, sé que esa música va bien contigo, porque es vibrante y muy emocionante, es música para gente atrevida, gente valiente, y ambas sabemos que, de las dos, tú siempre has sido la más valiente.
Siempre recuerdo la escuela, no éramos las más unidas ni nada parecido, cada una estaba pendiente de sus cosas y de sus problemas, además estudiábamos en grados diferentes. Tú eras decidida, muy inteligente, no te quedabas callada ante nadie, no te importaba caerte a trompadas con cualquier carajito que quisiera echarte broma, jaja, tú nunca te andabas con cuentos para hacer lo que quisieras, pero a la vez eras graciosa y buena amiga, ayudabas a tus compañeros en todo lo que podías, nunca delataste a nadie. También estabas en el grupo de extra cátedra de música, tocabas el cuatro y cantabas, aprendiste muy rápido, todos estaban sorprendidos, eras la candidata número uno de la profesora Indira, iba a llevarte al Festival de Voz Infantil, no había día que no practicaras y todos te escuchábamos embelesados. Siempre fuiste muy respetada, y hasta el sol de hoy es algo que no ha cambiado.
Yo, por mi parte, era muy tonta y tímida, mis notas de regulares a malas, no me gustaba hablar con nadie y me apartaba, prefería pasar desapercibida, les tenía miedo a mis compañeros, siempre creí que querían hacerme daño. María Eugenia era la que a veces me trataba bien, pero bastaba que apareciera Carla Guillén, dijera un par de cosas y María Eugenia cambiaba por completo, si bien no se ponía antipática, dejaba de hablarme y me ignoraba. Jajaja, quién diría que después de tanta desidia, Mauge y yo nos haríamos tan buenas amigas.
Pero lo de Carla era otra cosa, nunca entendí por qué se metía tanto conmigo, me insultaba, me ponía apodos, me metía el pie para que me cayera, me encerraba en el baño y, claro, yo no podía hacerle nada y tenía miedo de decir cualquier cosa, porque como ella era hija de Coromoto, la directora, pensaba que me expulsarían o que me pondrían a repetir el año escolar. Además, ella tenía 20 en todo y yo no, entonces, por alguna razón, pensaba que nada más al cotejar las notas, pasarían a darle toda la razón a ella, sin derecho a pataleo.
Pero nadie es invencible en el mundo y Carla no fue la excepción, recuerdo aquel día como si fuera ayer, ya había sonado el timbre y todos estaban entrando a los salones, yo iba saliendo del baño frente a la sala de profesores cuando Carla se me apareció, comenzó a decirme que si yo era estúpida y no había escuchado el timbre, que iba a hablar con su mamá para que me pusieran a repetir, que no soportaba que en la escuela hubiera una niña tan gafa como yo, que era una mongólica y todo eso, yo había decidido aplicarle la ley del hielo y hacer como que no existía, y mientras más la ignoraba más se molestaba y me insultaba, hasta que dijo “vamos a ver si vas a poder ignorar esto”, me dio un puntapié, no me dejé tumbar fácilmente y traté de empujarla en respuesta, pero ella fue más rápida y me empujó con tal fuerza que me hizo caer a la tierra, y ella ya iba a patear tierra para que me cayera en la cara, cuando de la nada apareciste tú empujándola, haciéndola caer y te le fuiste encima dándole un golpe tras otro, ella trataba de defenderse y no podía, y te gritaba “¡Mi mamá se va enterar! ¡Mi mamá se va a enterar!”, y tú le decías “¡Que te jodió una más chiquita que tú se va a enterar, ridícula!”, yo me paré y miraba extasiada la paliza que le estabas dando, y no dejaba de pensar “Mi hermanita es la mejor”, jajaja, todo el mundo salió de los salones, las profesoras horrorizadas las separaron y todos los niños y niñas miraban sorprendidos, muchos se reían de Carla, me di cuenta entonces que ella no era, precisamente, muy querida, que, como yo, le tenían miedo por ser la hija de la directora... por eso muchos nos veían con pena a ti y a mí, presentían que ya no iban a vernos más.
No tardó en aparecer Coromoto y nos llevó a la dirección, Carla no dejó de llorar en todo el camino, gritando y diciendo que éramos unas salvajes, que la íbamos a matar, que ella era una niña tranquila y buena, que no se explicaba cómo era posible que las dos nos metiéramos con ella si nunca nos había hecho nada, que dos contra uno era injusto, etcétera, todo ese melodrama. Tú ni te inmutabas, con tu cara de arrechera, y yo, que soy mayor que tú, llorando en silencio como una misma pajúa, pero lloraba de la impotencia y de la rabia, porque nos iban a expulsar, pero no me importaba tanto que me botaran a mí, en realidad me sentía mal por ti, porque como yo nunca aprendí a defenderme tú lo hiciste por mí, entonces me sentía culpable de tu destino.
Cuando llegamos a la dirección Coromoto preguntó qué había pasado, Carla se adelantó e interpretó su mejor número, que ella no había hecho nada que nosotras la atacamos, que siempre era así, que yo siempre me burlaba de ella, que la encerraba en el baño, y que nunca había dicho nada porque tenía miedo de que luego yo quisiera vengarme por delatarme, que ella era una niña muy estudiosa y sus notas lo demostraban, que amaba ir a la escuela pero que desde que yo comencé a meterme con ella tenía miedo y que ocultaba ese sentimiento para no afectar a nadie a su alrededor, que tampoco quería que Coromoto, como su santa madre que era, sufriera por ver a su hija sufrir, y todas esas cosas.
Yo me quedé con la boca abierta escuchando todo ese mundo que Carla se había inventado ahí mismo, no lo podía creer, pero tú seria, con tu arrechera a mil, sin tan siquiera mirarla. Coromoto nos pidió a nosotras nuestra versión, y tú me hiciste seña de que hablara yo primero, ni bien había comenzado a hablar y ya Carla estaba diciendo “mami, no le creas, ella es una mentirosa y va a decir lo que sea para hacerme quedar mal, yo soy tu hija y tienes que creerme a mí, porq...”, hasta que Coromoto la mandó a callar, estaba más seria de lo que nunca la había visto, de verdad que no quería escuchar la cháchara de Carla, así la tendría, jaja.
Entonces comencé yo a soltar todo lo que Carla me hacía, expliqué cómo en esta ocasión traté de ignorarla y aún así me dio el puntapié y me empujó, que luego apareciste tú en mi defensa. Carla me interrumpía a cada rato queriendo desacreditar todo lo que yo decía, hasta que Coromoto le hizo una seña de que se callara y fue que Carla dejó de interrumpir, pero no dejaba de bufar, dar zapatazos al suelo y decir por lo bajo que todo era mentira.
Luego Coromoto te pidió a ti tu versión, tú le explicaste que ibas de camino al baño cuando sonó el timbre, que cuando viste la escena de Carla metiéndose conmigo te acercaste con cautela para que ella no se diera cuenta que venías y cuando viste el momento adecuado te le fuiste encima, y le dijiste también que no te importaría hacerlo de nuevo una y mil veces más si era necesario, contra Carla y contra quien sea, porque tú no ibas a dejar que nadie se metiera con tu hermana y que si nos iban a botar del colegio por eso, pues favor que nos hacían porque ni tú ni yo podíamos compartir espacio con una niña tan abusadora y manipuladora como Carla.
Coromoto te miraba fijo a los ojos y tú no le apartabas la mirada, Carla zapateaba y repetía para sí cada vez más fuerte “Eso es mentira, eso es mentira, me tienen envidia y por eso me odian”. Coromoto te preguntó, entonces, que si sabías las consecuencias a las que te estabas exponiendo por haber peleado de esa manera y tú asentías mientras hablaba, que te podrían suspender o expulsar de la institución, ya no participarías en el festival de canto ni podrías formar parte de ninguna materia de extra cátedra y un montón de cosas más, yo me quebré y lloré desconsolada, a ti se te salieron las lágrimas de la impotencia y nada más, pero no le quitabas los ojos de encima a Coromoto.
Carla comenzó a decir con regocijo “te dije que mi mamá se enteraría y no te importó, ahora debes asumir las consecuencias”, y Coromoto en seguida le contestó “y tú deberás asumir tus consecuencias, Carla, porque tú iniciaste todo metiéndote con Estefanía, empujándola y...”, ahí todas nos quedamos en el sitio, sorprendidas, y Carla la interrumpió “¡Que eso es mentira, mamá! ¡No te estás dando cuenta de lo que pasa aquí? ¡Ellas me odian! ¡Además yo soy tu hija! ¡Tú tienes que creerme a mí...” y Coromoto le dio esa madre de trompada a Carla, que se quedó petrificada, entonces Coromoto le respondió “¡Sí eres mi hija! ¡Pero yo soy tu madre, falta de respeto! ¡A mí no me hables así!, además, no vengas a querer decirme qué debo o qué no debo creer, carajita, ya tenía mis sospechas desde hace tiempo y necesitaba algo como esto para terminar de darme cuenta...”, Carla respondió indignada “¡Darte cuenta de qué, mamá? ¡Tú no sabes nada! ¡Tú no viste lo que ocurrió! ¡Ellas me atacaron...” y Coromoto la interrumpió “¡Yo estaba en la sala de profesores y vi todo, Carla Guillén! ¡Y si algo me duele más que haber visto cómo Valentina te jodía, es descubrir cómo me mientes en mi cara con todo el descaro del mundo! ¡Cómo me manipulas haciéndote la víctima de todo y diciendo que como eres mi hija entonces debo creerte!... tengo el corazón roto, Carla, no te imaginas cómo estoy de destrozada gracias a ti, pero creo que eso no te importa, tú sólo piensas en ti”. Jajaja, ay, hermana, pagaría lo que sea por volver a vivir ese momento, ver cómo se le caía la careta a Carla y cómo lloraba toda desconsolada, que Dios me perdone, pero es que de verdad se lo merecía, me entró un fresquito que todavía lo siento hoy, un montón de años después nada más recordándolo.
En fin, a ti igual te suspendieron tres días por haber peleado, porque indiferentemente de si teníamos o no teníamos la razón, una pelea es una pelea y las reglas son las reglas, no te dejaron participar en el festival, a mí no me suspendieron porque, al final, ni siquiera pude medio empujar a Carla, en cambio Coromoto fue a nuestra casa a pedirle disculpas a papá y a mamá, esa mujer de verdad estaba destruida y no tenía la culpa.
Ahora, lo que nadie se imaginó que iba a ocurrir fue que a Carla la tuvieron que cambiar de colegio, porque luego de nuestro caso se comenzaron a levantar varias voces de niños a los que Carla tenía sometidos también, y que nunca habían hablado por miedo, un montón de representantes molestos y toda la caterva de carajitos alebrestados. María Eugenia, por su parte, se pudo acercar a mí sin recibir el látigo castigador de Carla y nos hicimos buenas amigas.
Claro, que de más está decir que la mejor amiga de todas siempre fuiste tú, hermanita. De verdad espero poder ir pronto a verte, te amo muchísimo... te escribo dentro de una semana, como siempre.
Con amor infinito,
~Estefanía
Londres, 9 de marzo de 1975
Valentina,
Mi hermanita bella, espero que estés bien y que te hallan gustado los LP que te mandé, ese Queen II es demasiado bueno. Las cosas por aquí han estado tranquilas, aunque todavía se lamenta el accidente que te mencioné la vez pasada, por otro lado ocurrió algo curioso, la reina Isabel II nombró caballero a Charlie Chaplin, mucha gente estaba emocionada, a mí lo que me parece curioso es cómo aquí todos están pendientes de esas cosas, pero como siempre digo, esto es otro mundo, aquí no existe presidente electo como allá... pero yo digo que las cosas no están tan mal aquí porque no hay ni adecos ni copeyanos, claro igual hay políticos y está la figura del primer ministro que es como si fuera el presidente o algo así, no entiendo mucho de esto, la cosa es que son lo mismo pero no son tan rancios como allá en Venezuela.
En fin, me vi toda esta semana con Jimmy, no lo creerás, jaja, estoy muy emocionada, es muy lindo y amoroso, además sabe besar muy bien, es de manos inquietas y no deja de buscarme fiesta, es demasiado fogoso, casi parece latino, jaja, espero que mamá respete nuestra correspondencia y no lea las cartas que te mando, que para algo le mando a ella las suyas, de momento sólo le he dicho que Jimmy es un amigo que me ayuda a conocer la ciudad y ya está, no le he dicho que tenemos algo, ya sabes cómo se pone.
Por cierto, hace un par de días mientras estaba con Jimmy en su casa, pegó una brisa durísimo, y sopló en algunas partes del techo que la hicieron silbar como cuando levantaste la tabla esa del techo cuando éramos niñas, ¿te acuerdas?, ese silbido como fantasmal, y de paso una rama de una mata pegaba de la ventana y reflejaba unas sombras horribles en el cuarto. No pude evitar acordarme de aquella vez con el primo Luis en la casa, y fue cuando lo confirmé y dije, definitivamente, mi hermanita es otra cosa, porque de las dos tú siempre has sido la más inteligente.
El primo Luis era malísimo, nos rompía las muñecas, se metía con nosotras, pero contigo, especialmente, era malo, yo nunca he dejado de creer que ese estaba enamorado de ti, jaja. La cosa es que mi tía Libia no le decía nada y acallaba a mamá con esa vaina de que “ay, mujer, déjalos tranquilos, deja que los niños sean niños y que aprendan a defenderse, mira que ellas deben saber resolver sus problemas cuando tú no estés presente”, y todo ese cuento, pero es que la muérgana como que asumía que nosotras nunca nos íbamos a defender de la bola de grasa que era Luis, porque, de paso, era gigante y ni juntando fuerzas podíamos con él, todo el tiempo terminábamos jodías, llorando y ese gordo mapleto caga'o de la risa.
Pero me acuerdo clarito de aquella vez que te me paraste en frente, viéndome directo a los ojos, no decías nada y yo andaba toda incómoda, hasta que hablaste “Si no podemos lastimar a la bola de grasa, vamos a fundirle el cerebro” y yo sin entender de qué me hablabas, entonces me contaste el plan que tenías, que habías descubierto una tabla, en el techo de la casa, que si se abría un poquito la brisa silbaba, me mostraste cómo hacer que algunas cosas se movieran y se cayeran que si de las mesas, me mostraste varios puntos ciegos de la casa donde podíamos escondernos tras las sombras.
Pasamos toda la semana ensayando cómo mover algunas cosas con el nylon de pescar, colocando trampas por toda la casa y cómo ocultarnos entre las sombras, practicábamos en la noche, nos asustábamos, nos reíamos, y mamá nos mandaba a dormir hasta tres veces, pero nosotras seguíamos en lo nuestro. Ese fin de semana mi tía Libia y el primo Luis se iban a quedar en la casa, entonces pusimos en marcha el plan “Gordo en salsa”, jaja.
Llegó la gente a la casa, Luis fue a molestarnos, como siempre, pero nosotras actuábamos nerviosas, como si estuviéramos asustadas, pero no por él, entonces nos preguntó qué teníamos y le contamos que en los últimos días en la casa habían estado ocurriendo cosas extrañas, ruidos, objetos que se movían o se caían, puertas abriendo y cerrando, etcétera, él decía que no iba a creernos, que éramos unas estúpidas por creer en fantasmas y cosas de esas, que era lo mismo que creer en ratoncito Pérez o en Santa, pero igual estaba nervioso porque nosotras no dábamos tregua.
En la noche nos pusimos peor con el tema y, por tirársela de machito, dijo que él mismo iba a recorrer la casa para demostrar que todo era mentira, nosotras diciéndole que no lo hiciera, pero él por llevarnos la contraria dijo que igual lo iba a hacer y que no le importaba nada; cuando todo el mundo se fue a acostar él salió a beber agua a la cocina, al pasar por la sala nosotras, ocultas entre las sombras, comenzamos a mover las cosas, jaja, él pegaba cada grito y decía con la voz temblorosa “ya muchachas, dejen la vaina...”, le pasábamos corriendo por detrás y nos escondíamos, él volteaba y no veía nada, comenzó a rezar el padre nuestro, tú le moviste una silla que estaba al lado de él y corrió para la cocina como alma que lleva al diablo, tocó el switch, para prender la luz, que estaba bañado con la sangre falsa que hicimos y volvió a gritar, afuera sopló la brisa y se escuchaba el silbido de la tabla, jaja, y él gritaba “¡yaaaa, yaaaa!”, y la mamá desde su cuarto “¡Luis deja la gritadera! ¡Te voy a joder!”, y él “¡Mamáaaa, la casa está embrujada!” y mi tía “¡Embrujada va a estar la correa si no dejas la gritadera!”, jajaja, tú subiste el brazo bañado en sangre falsa por el marco de la puerta hasta apagar la luz de la cocina, yo hice caer un vaso de vidrio que se rompió y Luis gritando, “¡Mira, carajito, deja la huevonada!” le gritó mi tía y salió del cuarto, mamá y papá también salieron, llegaron a la cocina y cuando prendieron la luz de la cocina Luis estaba tirado en el piso todo meado, jaja, tú y yo no aguantamos y salimos cagadas de la risa.
Mamá y papá boquiabiertos, Luis llorando y mi tía Libia formándonos un peo, que cómo era posible, que ya íbamos a matar a Luisito, que pobrecito, que una cosa es que él nos eche broma y que nosotras nos defendamos, pero otra muy distinta es traumar a un pobre niño, y luego arremetió contra mamá, diciéndole que eso era su culpa, que no nos ponía reparo ni nos estaba criando bien, que cómo era posible estuviéramos haciendo todo eso, que ella le iba a hacer el favor de hacer lo que nunca se había atrevido y cuando nos levantó la mano, sopló esa brisa endemoniada como nunca y el silbido de la tabla sonó casi como un grito, se movió una silla tropezando a mi tía y haciéndola caer, mamá y papá nos dijeron que ya dejáramos de hacer eso y tú y yo “no fuimos nosotras”, por supuesto que no nos creyeron y empezaron a regañarnos.
El primo Luis y mi tía Libia no quisieron ir más nunca para la casa y a nosotras nos castigaron por dos semanas, pero sarna con gusto no pica y si pica no molesta, jaja, estábamos castigadas pero contentas. Fue una experiencia muy buena, la verdad, no sé cuánto tiempo más nos habríamos tenido que calar las maldades del primo Luis y la hipocresía de mi tía Libia, pero nos libramos de eso gracias a tu plan, dos semanas de castigo no significaron nada para la tranquilidad de no estar a la expectativa de que en cualquier momento llegaría Luis a molestar y, la verdad, nunca me esperé que aquella silla se moviera, yo no la había amarrado y tampoco te vi hacerlo, y hasta el sol de hoy no sé cómo hiciste para moverla... porque yo sé que fuiste tú, aunque siempre dices que no.
Te amo mucho, hermanita. Por hoy me despido... mañana en la mañana debo salir a hacer unas cosas, entre esas está echar esta carta al buzón, ¿sabes?, eso es algo que me gusta mucho y que me parece muy bonito, cada lunes voy y me acerco a ese portal de mensajes y recados, dejo caer allí el amor que te escribí la noche anterior y sé que unos pocos días después llega a tu vera. Y no hay algo en este mundo que desee más que un sobre en mi buzón con tu respuesta, cada semana lo reviso, pero las únicas cartas que me llegan son de mamá y papá... claro, yo entiendo perfectamente... y no te culpo... pero, de verdad, no hay nada que anhele más en este mundo.
Con amor infinito,
~Estefanía
Londres, 16 de marzo de 1975
Valentina,
Hermanita amada, nada quisiera más en este mundo que estar contigo en este momento, me siento muy mal, me siento horrible. Te dije que no quería ilusionarme, pero ¿cómo hacerlo con la poca experiencia que tengo en asuntos del corazón?
Tenía una semana hermosa con Jimmy, de verdad sentía que algo especial estaba ocurriendo entre él y yo, le hablé y le dije que lo que estaba sintiendo, que no podía creer que alguien tan fantástico como él se fijara en mí, pero él comenzó a actuar extraño en esos días, le pregunté varias veces qué le pasaba, qué ocurría, él insistía en que todo estaba bien, que sólo estaba un poco estresado por algunos problemas personales y no quiso explicar nada más.
Yo queriendo ayudarle le dije que hiciéramos lo que quisiera, salir a tomar algo en su bar favorito, ir a algún toque, fumar marihuana —sí, hermana, estaba dispuesta a hacerlo por él— o que, simplemente, se quedara en mi apartamento y hacer el amor, tenía con qué para atenderlo, pero él se negó a todo, dijo que quería estar solo, que no se sentía bien, que iría a su casa y no saldría en un par de días, que no lo buscara ni lo llamara... yo me dije que estaba bien, que seguramente él quería tener su espacio y yo debía respetárselo.
Pero tú sabes cómo soy yo, no quería quedarme en casa, así que me dije “con o sin novio yo salgo”, no quise ir a su bar favorito, porque ya sabes, me iba a hacer pensar en él, tal vez me conseguiría a sus amigos y, de verdad, no quería saber nada del asunto, sólo quería salir a relajarme, escuchar un poco de música y beber un par de cervezas, así que fui a otro bar al que ya habíamos ido, pero que él decía que no le gustaba frecuentar mucho...
Bueno, hermana, sorpresa la mía cuando llegué al sitio y el tipo estaba besándose con una caraja en la entrada del negocio, de pronto me vio, yo no le quise decir nada, decidí regresarme, pero en eso el carajo me enfrentó y me dijo que qué me pasaba, que estaba loca, que por qué lo estaba persiguiendo; por supuesto yo le respondí que qué le pasaba a él, que yo no estaba siguiendo a nadie, que sólo quería salir un rato a disfrutar la noche; el carajo fue tan descarado que me dijo que yo y que había salido a buscarme a otro hombre, que era una puta y un montón de barbaridades más, yo estaba boquiabierta escuchándolo y sólo le dije “jódete, Jimmy, anda a joder a tu madre”... claro, se lo dije en inglés “fuck you, Jimmy, go fuck your mom”, y me retiré, el tipo quedó ahí varado, gritándome mil y un barbaridades más...
Esto es horrible, hermanita, yo no conozco a mucha gente aquí, pero este es su patio, y a juzgar por lo que hizo y dijo ahí, no me cabe la menor duda que pronto comenzará a hablar y decir cosas de mí, para él quedar bien y yo mal... y yo lo lamento tanto, pero no por mí, sino por la chica con la que estaba ahora, esa pobre muchacha no tiene la más mínima idea de en qué se está metiendo.
Estoy triste porque de verdad que quería creer en él, vivir una linda historia de amor, pero qué va... aquí las cosas no son tan diferentes en ese sentido. Pero ya qué, tampoco me voy a amargar la vida porque ese infeliz me hiciera eso, me siento horrible por la decepción, no te voy a mentir, pero esta experiencia no hace más que endurecerme más la piel, que ya la tengo bastante gruesa desde siempre... porque si bien tú has sido la más valiente y la más inteligente de las dos, yo siempre he sido la más desconfiada.
Y las pocas veces que he querido abrirme al mundo, con todas mis dudas, pues el mundo me ha dado la razón, no se puede confiar en nadie. Que no es como que crea que todos ahí fuera me deben algo y me deben tratar como yo creo, pero para mí la traición es algo que no tiene perdón ni de Dios. Según la Divina Comedia los traicioneros viven en el noveno círculo del infierno, Caín, Antenor, Ptolomeo y otros más están allí, pero sobre todo Judas Iscariote quien es devorado por Lucifer hasta el final de los tiempos.
Entre lágrimas e impotencia te escribo, recordando lo que te hizo ese desgraciado de Ramiro. Tú amaste a ese hombre con una pasión increíble, de verdad dabas el mundo por él... todos notamos cómo el amor te puso cada día más bella, tus ojos brillaban con una ilusión que no he vuelto a ver en ninguna otra parte y tú mirabas a ese patán como si fuera el mejor hombre del mundo, a mí siempre me levantaba esa perspicacia que no sabía de dónde venía, pero el sólo verte feliz me bastaba para aceptarlo, porque cualquier persona que sea capaz de hacerte feliz se merecerá mi bendición.
Pero debí haber hecho caso a esa voz interna, porque algo me decía que nada iba a terminar bien. Ese maldito. Qué tan mal tiene que estar una persona de la cabeza para hacer lo que te hizo ese desgraciado. Y qué grande, de verdad, tu corazón para amar a un ser tan miserable y ruin.
De verdad nunca me expliqué cómo no podías darte cuenta del monstruo con el que te habías casado. No podías vestirte lindo porque entonces inmediatamente significaba que estabas coqueteando con alguien más; no podías maquillarte, ni siquiera, porque en seguida significaba que querías sorprender a alguien más; no podías tratar bien a nadie porque eso significaba que estabas sacando cuadro, si te veía hablando con un hombre eras una perra y si te veía hablando con una mujer eras una lesbiana. Pero si él se vestía bien, se arreglaba para salir a cualquier lugar, entonces eso no quería decir nada, él sólo era “un hombre elegante”; y si trataba demasiado cariñoso a cualquier panadera o cajera, entonces tampoco significaba nada, porque él era “un hombre educado”.
El infeliz era un maestro de la manipulación, era imposible que quedara mal ante nadie, pero cómo te hacía quedar mal a ti. Para el mundo siempre fue el hombre más recto, el más educado, el más sobrio, el más comedido, el más inteligente... esa elocuencia de mierda con la que envolvía a todo el mundo era una vaina increíble, hasta a mí me hizo dudar en algún momento. Pero puse los pies en la tierra cuando me di cuenta de que ya no sonreías y me evitabas, ya no querías hablarme y contarme tus cosas, por vergüenza, porque yo tenía razón al decirte que algo no me cuadraba del tipo, no sé, por lo que fuera, nunca me lo dijiste... y cuando vine a enterarme ya era demasiado tarde.
No vayas a pensar mal de mí por esto que te voy a decir, pero creo que este es -y será- el único momento de mi vida en que agradezco a Dios que no puedas leer mi carta, porque no creo que sea nada reconfortante ni placentero para ti que yo utilice este medio para desahogar mi decepción, que, en comparación con lo que te pasó a ti no es nada. Agradezco que no puedas leer esta carta, porque sé te rompería el corazón, y eso es lo que menos deseo en la vida...
Pero es que la impotencia que siento es tan grande, hermanita, y no quiero caer en eso en que caen muchas mujeres de decir que todos los hombres son iguales, porque aunque yo desconfíe del mundo entero, también quiero creer que cada persona es diferente y comete sus propios errores sin tomar en cuenta los antecedentes ajenos, y quiero mantenerme firme en mi posición de que los errores de un individuo no los debe pagar otro... pero no puedo soportar que la gran constante de los seres humanos casi siempre sea la traición.
Claro... tú no tienes la culpa de nada de eso, tú nunca me has traicionado, ni mamá ni papá... así que perdóname, por favor, tampoco es mi intención ser grosera contigo. Tú no tienes la culpa de nada de esto. Quiero abrazarte... quiero llorar en tu hombro... quiero beber contigo y hablar, olvidarnos del mundo, recordar los buenos tiempos... lo necesito.
Pronto iré a verte, finalmente logré hacer el trato con mi jefe, espero, Dios mediante, poder volar a Venezuela. Mañana, después de depositar esta carta en el buzón, iré a comprar el boleto de avión lo antes posible. Ya son dos años que tengo sin verte y no hay nada que desee más en este mundo. Prometo darte todos los abrazos y los besos que te debo... aunque tú no puedas dármelos de regreso... pero no importa, hermanita, eso no es tu culpa.
Con amor infinito,
~Estefanía
Puerto Cabello, 23 de marzo de 1975
Hermanita amada,
Cuando llegué ayer, y te vi, traté de hacerme la fuerte, pero jamás dejaría de ser una tristeza tan inmensa verte empotrada a esa cama. No sé cómo explicar lo que se siente tener a un ser amado en estado de coma, es como la vida en pausa. Un coma es una de esas cosas que siempre escuchamos que pasan, pero nunca creemos que pueda pasarle a alguien tan cercano... en ese punto sientes que la vida te decepciona, sientes que Dios te abandona... mi fe estaba quebrada.
Sabía que podía hablarte y decirte tantas cosas que tenía atoradas en la garganta y que tú me escucharías, sabía que el mensaje iba a llegar... pero yo no iba a recibir respuesta alguna y, supongo, que eso es lo triste de un estado de coma, porque es cuando nos damos cuenta de lo importante que es el poder comunicarse y, sobre todo, que te respondan, aunque un simple parpadeo me habría bastado para darme por satisfecha... al menos por un tiempo.
Pero Dios es grande y ocurrió... uno siempre escucha historias de personas que despiertan de su coma, pero por mucho que esperamos y deseamos que eso pase nunca estamos preparados para que ocurra, y cómo estarlo, si el tiempo pasa, todos continuamos con nuestras vidas... no igual, pero continuamos, hasta que llega un punto en que la espera se hace costumbre y la esperanza, sin darte cuenta, se va convirtiendo en resignación y pasa a ser no más que una palabra para serenar la preocupación de quien se interesa por nosotros, aunque nunca nos serenemos a nosotros mismos. No podemos culparnos por nada de eso... todas son cosas que siempre escuchamos que pasan, pero nunca creemos que nos van a pasar a nosotros, pero, indiferentemente de la novedad, debemos aprender a vivir con ello.
No sólo pude cumplir con mi palabra, también pude recibir respuesta y tuvimos la oportunidad única e irrepetible de saldar nuestra deuda de besos, abrazos y mil “te amo”. Aún me cuesta creer que llegué a tiempo para ver tus ojitos hermosos abrirse, esos ojitos de miel que siempre fueron la dulzura de mi vida y tu encantadora sonrisa que siempre fue la luz de mi alma.
No recordaba la última vez que había visto tan contentos a mamá y a papá. Pero, de las dos, tú siempre fuiste la más adelantada, y nos diste el regalo más grande que jamás habríamos imaginado... nos diste la oportunidad de despedirnos... recordar ese momento es el único rayito de tranquilidad al que me puedo abrazar, pero también es un recuerdo que lastima mi alma como un millón de látigos de fuego y acero. No he parado de llorar, siento que voy a inundar los mares con mis lágrimas... este dolor es insoportable. Pocas cosas son capaces de sosegar un corazón roto... pocas cosas, por no decir ninguna, hermanita.
Nunca había sentido una tristeza y un pesar tan grandes en toda mi vida, no sé si podrá alcanzarme el resto de la vida para superar tu partida. Creo que podré volver a nacer cien veces más y todavía cargaré conmigo esta tristeza tan inmensa...
Pienso en todo, y no puedo evitar que de la tristeza pase a una rabia que no tiene par. El saber que todo esto pudo haberse evitado... Si tan solo hubieras podido ver a tiempo lo que era ese miserable... ese innombrable... y dejarlo... tal vez yo también debo cargar con alguna culpa, porque nunca tuve el valor de decirte que lo dejaras y que yo te apoyaría hasta el final de los tiempos. Pero es que tampoco quería que me odiaras, y eso era lo que más temía.
Te juro que cada vez que pienso en eso desearía tener en frente a ese infeliz y matarlo, pero el muy desgraciado se me adelantó. Aún me cuesta creer tanta ironía en un ser tan ruin y detestable. Siempre he escuchado de hombres que amenazan con suicidarse cuando su pareja les dice que van a dejarlos... ojalá ese hubiera sido el caso de él y que cumpliera su palabra. Pero es que el maldito fue más allá, y cuando le dijiste que ibas a dejarlo por esa infidelidad que le descubriste, él muy descarado te dijo que si no ibas a ser feliz con él tampoco lo ibas a ser con nadie más... y te disparó... y luego se disparó a sí mismo... y lo escribo porque no tengo el valor de decirlo ni siquiera al viento para soltar toda esta rabia que siento... no le deseo más que el tormento eterno a su alma...
A ti te pido perdón por decirte todo esto, pero es que... necesito soltarlo. Sólo espero que, de alguna manera, tu alma sí encuentre la paz y el descanso eterno que no podré tener yo... al menos de momento... y no, no me voy a suicidar... por ti... porque pienso en ti y aún me inspiras. Y espero tener las fuerzas para seguir adelante, siempre pensaré en ti en busca de valor y soluciones, porque, como ya te he dicho muchas veces, de las dos tú siempre has sido la más valiente y la más inteligente, y pienso que la mejor manera de honrar tu memoria es siguiendo ese ejemplo... sé que lo lograré... aunque también sé que me costará, porque... ya sabes... de las dos yo siempre fui la más desconfiada.
De alguna manera me reconforta escribirte, aunque abrigaba esperanzas de que algún día pudieras responder alguna de mis cartas, inevitablemente me acostumbré a que ya, simplemente las recibirías y nada más... por suerte mamá respetó esa privacidad y nunca leyó nada, siempre quiso creer que algún día tú despertarías y querrías revisar tu correspondencia. Ya eso no va a ocurrir, pero yo no dejo de sentir que al escribirte, aunque ya no estés entre nosotros, de alguna manera recibirás la correspondencia.
Quisiera colocar mi alma en la tinta de esta pluma y así poder soltar todo lo que tengo dentro de mí, que me lastima y me tortura, porque necesito hacerlo... pero ya no aguanto más. Sólo pienso en el día de mañana... lunes... allí estaré, como ya es costumbre de hace un tiempo para acá, depositando mi carta en un buzón, pero en esta ocasión no será del correo postal...
Con amor infinito,
~Estefanía

No hay comentarios:
Publicar un comentario