El niño



¡BRONDIER!... ¡SEÑORITO BRONDIER! —escuchó de repente Angus, este se despertó sobresaltado y se quedó mirando a Malgadis, la profesora de 6to grado de educación primaria, como si quisiera asegurarse de que lo que estaba observando era la realidad— No tolero que nadie en mi clase se duerma y menos cuando estoy haciendo preguntas —Angus abrió la boca como tratando de decir algo, pero lo único que consiguió fue unos extraños ruidos— Pregunté, ¿qué piensan ustedes sobre las drogas?

     Angus vio a todos lados con incredulidad, sus compañeros veían extrañados cómo tenía en la cara una expresión de sorpresa, estaba un poco pálido y mostraba señales de que no sabía que hacía ahí. Pareció recobrar la compostura un poco y cerro la boca, respiró profundo y luego dejó salir el aire acumulado en sus pulmones, pensó por un momento «Funcionó» y luego empezó a hablar:

     —Las drogas son sustancias estupefacientes y psicotrópicas que, al ser ingeridas, reaccionan de maneras diferentes en el interior del cuerpo humano, algunas marean, otras te hacen sentir más “vivo” —dijo esto último subiendo dos dedos de las manos para que parecieran unas comillas—, otras te duermen, algunas te calman y muchos otros efectos más, cabe destacar que toda la vida nos han enseñado que son malas pero esto no es del todo cierto —la profesora dio un respingo y abrió los ojos como platos al escuchar eso—, la adicción a estas es lo malo, pero si se consumen en determinadas ocasiones especiales, sólo hacen que una persona pase un momento agradable, ya después el problema vendría siendo la crianza y psicología de la persona. Me explico, si a una persona la criaron diciendo que las drogas son malas de todas las formas posibles esta crecerá dudando sobre lo que le decían en su etapa de crecimiento gracias a la curiosidad y estupidez humana, y, obviamente, en algún momento llegará a probar algún tipo de droga “Sólo para probar” —volvió a hacer el gesto con las manos—, después de esa probada, es obvio que el efecto le será agradable, siempre lo es, ahí es cuando viene la parte psicológica y mental de la persona. Ya sabemos que cada cabeza y mente es un mundo o psicología diferente, las psicologías y personalidades son creadas a partir de distintas experiencias, esto quiere decir que las personas podrían reaccionar de diferente manera, podría muy bien lograr una adicción a estas mismas, o podría pensar que, de vez en cuando, una probadita no le hará mal, otras piensan que estuvo bien con esa vez y más nunca lo vuelven a hacer y otras nunca probaran en su vida. Todo esto depende de la cultura, la sociedad, la casa, el hogar y los padres, de la crianza, pero si me pide mi opinión realista, yo digo que las drogas no son malas, al contrario me parecen totalmente normales, son una pequeña dosis de alegría que a veces nos hace falta, claro, a veeeces —dijo con una expresión de rareza—, en raras ocasiones, lo que sí está mal es creer que con ellas se va a lograr algo en la vida cotidiana, pues no, eso es erróneo, las drogas sirven para alegrar momentos, que si alguna fiesta, una ocasión especial con una persona, quitar un poco el estrés para poder pensar mejor en situaciones apretadas, ahí es cuando la fuerza de voluntad de una persona tiene que ser fuerte y saber decir basta, porque si estás en tu trabajo de la oficina y tienes que hacer 300 transcripciones, te sientes estresado, apretado, que no puedes seguir más, fácil, te vas y te fumas un cigarrillo, la nicotina te relaja un poco y vuelves a tu trabajo, realizas las 300 transcripciones, ya paso el momento de relajación y pudiste hacer tu trabajo tranquilamente, ya ahí es cuando a la mente de una persona podrían atacar dos cosas muy simples pero que a la vez no hemos podido llegar a definir al cien por ciento —se paró y rápidamente, caminó hacia la mesa de la profesora agarro una tiza—, si me permite un momento profesora —esta no respondió nada, se había quedado muda y veía con los ojos muy abiertos al alumno. Angus caminó hacia la pizarra y volvió a hablar— esas dos cosas son la estupidez humana y la conciencia humana. Aunque podríamos entender que la estupidez depende del nivel de conciencia que tengas, esto dependería otra vez de tu personalidad y ahí se encontraría la división de esta a: Personalidad estúpida y personalidad concienzuda. Con la primera pensaríamos que si nos sentimos bien en ese momento después de fumar, nos sentiremos excelente a cada instante si fumáramos todo el tiempo, entonces empezamos a fumar a cada rato a lo largo de nuestra vida y terminamos muriendo de una posible pulmonía y cáncer de pulmón. Pero con la segunda pensaríamos que fue por ese momento nada más que nos resultó relajante el cigarrillo, y no volveríamos a pensar en fumarnos uno si no es necesario, claro todo esto es un ejemplo del cigarrillo, pero también quiero que lo tomen de ejemplo con otras drogas, ya que son diferentes los efectos que tienen negativamente en el cuerpo humano, depende de la droga porque si fumas un cigarrillo todos los días, no quiere decir que te vas a morir de cáncer de pulmón necesariamente, pero si ingieres una dosis de metanfetaminas o lsd o cocaína o crack, entre otras, cada día las consecuencias podrían ser exageradamente negativas. Estas y muchas conjeturas son las que hay sobre las drogas, pero también en parte es mi opinión —terminó aclarando Angus con una sonrisa forzada— Gracias, profesora —devolvió la tiza y se fue a sentar, fue ahí cuando se dio cuenta que todos lo miraban estupefactos, la profesora reacciono unos segundo después.

     —¿Dónde has aprendido todo eso Brondier? —preguntó esta con tono de incredulidad-

     —Ehmm..., cosas de la vida jejeje —se apresuró a responder Angus.

          Nadie en el salón decía nada, bajó la mirada como si eso fuese a cambiar algo.

     —Bueno, sigamos con la clase —dijo la profesora, sin dejar de mirar a Angus, se levantó de su silla y borró lo que este había escrito en el pizarrón, siguió explicando la clase pero había cambiado de tema, habló de matemáticas y a última hora sobre historia de la nación. El timbre de salida anunciaba que las clases habían terminado por ese día y era hora de partir a casa.

     —Niños, recuerden reunirse en grupos de dos personas para su proyecto de investigación sobre las drogas —agregó la profesora mientras salían caminando del salón de clases.

          Angus abrió los ojos como platos al llegar al patio, no recordaba mucho de ese lugar y ahí estaba, todos los niños corriendo a los brazos de sus padres, algunos jugaban con la pelota mientras esperaban a sus representantes, otro esperaban en grupitos y se encontraba viendo todo con los ojos abiertos cuando de repente:

     —¿Angus? —escuchó decir detrás de él, al girar vio que era la pequeña Sara, aguantó las ganas de reír que le entraron de repente, su amiga estaba muy baja, traía unos lentes en forma de mariposa, los cachetes los tenía abultados y era la más inteligente de su salón— Veo que sabes bastante sobre el tema, ¿te gustaría hacer grupo conmigo? —dijo esta con una sonrisa que dejaba ver unos dientes bien cuidados.

     —Este...c-claro que me gustaría —respondió Angus.

     —Excelente entonces, nos vemos en mi casa en la tarde, vivo en la calle Dorsal en una casa...

     —Blanca, grande, con paredón amarillo y rejas doradas, con un patio que tiene un parque y una piscina —interrumpió el niño con una sonrisa.

     —¿Cómo sabes todo eso? —preguntó la niña con expresión de estar impresionada y asustada a la vez.

     —Mi mamá conoce a la tuya y ha ido de visita varias veces —fue lo primero que se le ocurrió a Angus, luego trató de acordar si hasta esa fecha su madre ya había visitado esa casa.

     —Okey, entonces chao, nos vemos luego —la niña se fue caminando hacia el carro que la esperaba en la salida.

          Angus al darse cuenta que no tenía más nada que hacer, decidió irse a su casa. Por el camino, iba mirando a todos lados recordando cada lugar. Se emocionó al ver el local de videojuegos, tuvo un impulso de entrar a jugar pero luego se acordó que tenía el uniforme escolar y abandonó la idea, vio un centro comercial que lo obligaba a desviarse un poco para volver al camino que lo llevaría a casa y decidió pasar por dentro de este para recortar camino. Al entrar vio tiendas de zapatos, ropa y quincallería, las personas se le quedaban viendo como si estuviese perdido, vio a una guapa muchacha que atendía un puesto de dulces que se le quedó mirando, Angus le guiñó un ojo, le lanzó un beso, luego la miró de arriba bajo y se mordió el labio, la muchacha se le quedó viendo sin creerlo, él sonrió y siguió su camino, al llegar a la otra salida del centro comercial vio una agencia de lotería y a un viejo muy alto observando la pantalla en la que se reflejaban los próximos partidos, entró un momento y le jaló el pantalón para llamar la atención, el viejo miró hacia abajo extrañado de ver un niño en ese lugar

     —Eh vejete, apostale a la alta de los aurinegros, mi loco, van a ganar por pela —dijo el niño haciendo expresiones de seguridad. El viejo se quedó embobado tratando de analizar lo que acababa de escuchar— Y luego le tirás una miradita a las partidas de poker, le ponés toda la plata a favor de Erzegobian y salís ganando más guita que lo que va a recaudar el local hoy —salió del local sintiéndose mejor consigo mismo, le gustaba poner acento argentino cuando tenia la razón de algo, sentía que le daba más estilo a lo que decía, volvió la vista un poco y vio que el viejo seguía viéndolo, este había quedado mudo, Angus le hizo una señal uniendo el dedo indice y el pulgar que significaba “Todo bien”, continuó caminando hasta salir del centro comercial para seguir su camino a casa. Ya cuando llegaba vio que había un carro de la policía en su casa, se asustó un poco, pues no se acordaba de que hubiese llegado un automóvil policíaco a su casa alguna vez en toda su vida, camino rápidamente hacia su hogar, la puerta estaba abierta, lo cual lo asustó un poco más, al entrar vio a su madre y a su padre, este le pasaba un brazo por el hombro tratando de calmarla, ella sollozaba y tenía un pañuelo con el cual se secaba las lagrimas, había un policía adelante de ellos el cual cargaba una libretica de anotaciones.

     —Ya aparecerá tranquila, seguro se fue con algún amiguito sin avisar —dijo el señor Brondier.

     —¿Quién tiene que aparecer? ¿Desapareció alguien? —preguntó, de repente, el niño cuyos padres abrieron los ojos, lo miraron sorprendidos y la señorita Brondier se soltó de los brazos de su marido para ir a abrazar a su hijo, sendas lágrimas brotaron de sus ojos.

     —Angus, ¿dónde te has metido hijo mío? —lo inspeccionó un poco— ¿estás bien?, ¿te has hecho daño?

     —En ningún lado mamá, sólo me vine caminan... -«Mierda» pensó Angus, se acababa de acordar que tenía 12 años en ese momento— me vine caminando porque creía que ya estaba grande —se excusó haciendo pucheros, mientras colocaba cara triste y arrepentido.

     —Aww, mi amor pero si todavía no tienes edad suficiente, hay muchas personas malas en este mundo como para que un niño tan pequeño como tú vaya por ahí solo.

     —Eso no es cierto, estás consciente de que hemos visualizado a más de un niño mucho más pequeño que yo, acompañando a sus hermanitos pequeños por la calle, y por las noticias no ha salido nada de niños desaparecidos, las probabilidades de que me pase algo estando solo en la calle son de cuatro en un millón —la señora se quedo perpleja ante lo que le acababa de decir el niño— Así que deja el drama, voy a ir a mi cuarto para bañarme y cambiarme, que dentro de un rato tengo que ir a casa de Sara a hacer un proyecto de investigación sobre las drogas. ¿Puedes comprarme algo para llevar y compartir?, no me gusta la idea de ir a casa de alguien y llegar con las manos vacías —la señora volteó a ver a su marido estupefacta, como buscando explicación, el señor Brondier también estaba incrédulo, alzó los hombros y negó con la cabeza como si tampoco entendiera nada.

     —O-o-okey hijito, iré a comprar unos dulces —dijo la madre de Angus, que todavía no se le terminaba la impresión de cómo le había hablado su hijo.

     —Gracias, ahora, si me permiten, me retiraré hacia mis aposentos, a prepararme correctamente para la agradable visita que le haré a la familia Telankios —dijo Angus imitando la voz que ponen los mayordomos en las películas, mientras caminaba hacia su cuarto aguantando la risa, las caras que habían puesto sus padres y el policía nunca se le olvidarían.

          Una hora más tarde la señora Brondier entró en el cuarto de su hijo, justo para ver cómo este agarraba algo de una gaveta y lo metía rápidamente en su bolso escolar.

     —Hijo, ya es hora, tu papa te llevará a casa de Sara —la señora se dio cuenta de que su hijo llevaba un poco pesado el bolso— ¿Qué llevas en ese bolso?

     —Todos los libros que puedo mamá, Sara es una niña que estudia mucho y no quiero que ella haga todo sola— respondió Angus.

     —Caramba pero qué caballeroso, te has estado portando muy diferente últimamente, ojalá sigas así.

     —Ajá, sí, vámonos que ya es tarde —respondió cortante el niño y salió caminando de su cuarto.

          Mientras iban de camino a casa de Sara, el papá de Angus, veía a cada rato a su hijo, este se encontraba demasiado tranquilo, la costumbre era que ya lo hubiese mandado a sentar unas ocho veces o que este le hubiese subido el volumen a la radio del carro.

     —¿Qué tanto me ves? —preguntó el niño un poco incómodo.

     —¿Qué te pasa, Angus? Desde que volviste del colegio estás actuando un poco raro, primero te viniste caminando solo, luego le respondes a tu mama como si nada hubiese pasado y ahora estás muy quieto, algo me dice que estás enamorado.

     —¿QUÉEE? JAJAJA —Angus se partió de la risa al escuchar a su padre— ¿Pero de dónde te sacas eso?, por Dios, esa niña tiene doce años apenas.

     —¿Y qué? Tú igual.

     —Exacto, qué se va a estar enamorando un niño de doce años.

     —Pff, ¿y qué sabes tú?

     —Mucho más de lo que tú crees —afirmó el niño poniendo cara de seriedad.

     —Jajaja, okey, entonces Angus de doce años sabe todo sobre el amor —dijo el padre en tono burlón.

     —Pues sí, y no sólo sobre el amor —dijo este de forma que su papá entendiera a qué se refería.

          El carro donde iban se hizo a un lado de la calle y frenó de golpe.

     —¿Qué haces? —preguntó Angus, que volvía a colocarse en su asiento, pues con el frenazo salió impulsado hacia adelante y había caído.

     —¿A qué te refieres que no sólo sobre el amor?

     —Oh, por favor, tengo doce años, papá, cómo vas a creer que todavía pienso que nos trae una cigüeña desde París, es obvio que somos creados a través del coito entre hombre y mujer, aunque también existe la inseminación artificial, pero las relaciones sexuales son mucho mejor que eso.

     —¿De dónde has sacado esa información, Angus? —preguntó el padre preocupado.

     —De..., papá se hace tarde, tuve que haber llegado a casa de Sara hace —miro su reloj— treinta minutos, papá ¿sabes lo irresponsable que pensará su familia que soy?

          El señor Brondier se quedó viendo a su hijo, como queriendo recriminarle algo pero luego accedió:

     —Okey, pero después me explicas de dónde has aprendido todo eso.

     —Sí, vamos, que ya es tarde.

          El niño llamó al timbre y al instante salió Sara.

     —Hola, Angus, pensé que ya no vendrías —dijo esta un poco sonrojada—, pasa haremos la tarea en la mesa de la sala —le abrió la puerta y el niño pasó tranquilamente a la sala, como si conociera la casa, puso su bolso en una silla y se sentó en otra, Sara explicó en que consistía el proyecto que iban a hacer. Después de media hora de explicación Angus casi se dormía, todo aquello le parecía muy fácil y ya sabía mucho sobre el tema, vio la hora y se dio cuenta de que ya iba a ser el momento de hacer lo que él de verdad tenía que hacer.

          Un rato después llegó el papá de Sara.

     —Buenas tardes niños —era un poco alto y fornido, traía un uniforme militar completo—, veo que hacen un trabajo excelente, ¿sobre qué es?

     —Es nuestro proyecto escolar, sobre las drogas padre —respondió Sara que se fijó un poco extrañada en la cara de Angus, que veía muy mal a su papá —¿Por qué miras a mi papá así?

     —No me agradan mucho los militares —respondió Angus con tono serio sin dejar de ver al padre de Sara.

     —¿Y se podría saber por qué? —preguntó el papá de Sara con una sonrisa, era gracioso para él que un niño de doce años lo viese de esa manera y dijera eso.

     —No —Angus cortante desvió el tema—. Sigamos con el trabajo hay que terminarlo para mañana —y continuó coloreando un dibujo de una hoja de marihuana

          El papá de Sara se retiró riéndose, Angus lo siguió con la mirada a espaldas de este, vio que subía las escaleras y desaparecía «Así que por fin te conozco, grandísimo hijo de puta» pensó para sus adentro Angus, revisó su reloj y vio que ya era hora.

     —Oye, ya vengo voy al baño —dijo de repente Angus.

     —Está por ese pasillo a la derecha —señaló Sara.

          Angus se dio cuenta que era hacia otro lado y el necesitaba subir al piso de arriba, decidió subir sin que ella se diese cuenta.

     —Okey, ya vengo —se levantó de la silla recogiendo su bolso y se encaminó hacia el baño, vio que podía pasar rápidamente hacia las escaleras si iba corriendo y así Sara no se daría cuenta.

          Ya en el baño puso su bolso en el piso, su corazón le latía a seiscientos latidos por minuto, espiró profundo cerrando los ojos y luego botó el aire lentamente, mientras los abría, se relajó un poco y procedió a abrir al bolso, de este saco unos guantes de latex, blancos, se los colocó, luego metió la mano en el bolso para sacar una pistola táctica .45 con silenciador, la colocó en el piso, también saco unas ganzúas, cerró el bolso, agarró la pistola mientras se metía las ganzúas en el bolsillo del pantalón, salió del baño silenciosamente y se asomó al pasillo a ver si Sara estaba distraída, estaba coloreando otro dibujo por lo cual no se percataba de él que estaba subiendo la escalera.

     Angus al percatarse de que ya Sara no lo podía ver desde ningún angulo, apuntó hacia adelante por si aparecía alguien, subió las escaleras y vio hacia todos lados por si acaso había alguien, fue hasta la puerta del cuarto del padre de esta y pego una oreja de la puerta para escuchar que este estuviese bañándose, efectivamente se escuchaba una regadera, saco las ganzúas del bolsillo y violentó la puerta, cuando sonó un ¡Clic! Angus abrió la puerta y vio que efectivamente no estaba doña Cecilia, Sara le había dicho que era azafata y en ese momento estaba de viaje, rápidamente entro en el cuarto, abrió la ventana con los guantes y rápidamente se dirigió al baño, abrió la puerta y dijo:

     —Así te quería agarrar, Boltron hijo de puta —soltó Angus que apunto la pistola directamente a la cabeza de este.

     —¡Pero qué mier... —¡Pist! ¡Pist! Dos agujeros aparecieron en la frente del padre de Sara y empezaron a salir hilos de sangre, mientras que, detrás de este, la pared estaba toda manchada de sangre, el cuerpo cayó inerte en el piso y pegó la cabeza en la esquina de la bañera.

          Angus rápidamente abrió su bolso, agarró una especie de botón en una base y lo apretó, dejó la pistola en el piso y salió de la habitación, se quitó los guantes y los metió en el bolso también, bajó por las escaleras y asomó la cabeza a ver si estaba Sara en la cocina, pero no estaba por lo que bajó rápidamente dirigiéndose al baño, entró, buscó unas tijeras, agarró las de afeitar y picó en pedacitos los guantes para luego echarlos en el inodoro y hacerlos desaparecer. Para completar su actuación, llamó por la puerta:

     —¡Saraaaa...!

     —¡Qué pasó? —respondió la niña desde afuera.

     —¡Dónde tienen la reserva del papel higiénico? —preguntó, escuchó cómo la niña se reía por lo bajo y respondía.

     —¡En la segunda gaveta debajo del lavamanos!

     —¡Graciaaas...!

          Rápidamente sacó un papel higiénico de ahí y se limpió el sudor que llevaba en la cara. Salió del baño y se encontró otra vez con su amiga en la sala.

     —Tenía el estomago un poco mal —se excusó el niño. Sara se río un poco sonrojada y siguió coloreando.

          Ya estaba hecho, el trabajo por el cual había entrenado por más de la mitad de su vida ya estaba hecho, dentro de poco volvería y todo habría pasado, sabía que estaba cerca, de hecho lo sentía... sentía como regresaba, estaba muy cerca, entonces empezó a contar «Cinco... cuatro... tres... dos... uno...».

***

     Abrió los ojos y estaba en una oscuridad plena, acostado, lo sabía porque así se había dormido, de la nada sonó un fssss, vió que la compuerta se levantaba encima de él.

     —Felicidades, soldado, ha logrado su misión con éxito rotundo y salvó al mundo de una catástrofe inminente —dijo un tipo con uniforme blanco, era moreno y de contextura atlética.

     —Gracias, General Kibers, ¿ahora qué? —de la cabina salió un adulto de unos treinta años, este vio a todos lados, había mucha gente vitoreando y aplaudiendo.

     —Nada, hijo, nosotros estamos perdidos, nuestra linea de tiempo seguirá siendo la misma, al matar a Boltron en el pasado lo que conseguiste fue crear otra linea de tiempo en la cual el nunca logrará llegar a ser General en Jefe de la Milicia del país, así que la Tercera guerra mundial y las seis bombas nucleares nunca sucederán, esto ya lo sabía usted, ¿por qué pregunta?

     —Por nada, sostenía la esperanza de que nos hubiésemos equivocado en algún cálculo y que sí hubiéramos podido cambiar algo —su desánimo era muy obvio a la vista de todos los que lo rodeaba—, sigamos con lo que nos queda de vida, no tenemos que celebrar— soltó.

     —Hey, Angus ¿y si vamos por unas cervezas para bajar un poco la tensión? —Angus volteó a ver quién le hablaba, ya todas las personas a su alrededor se habían dispersado y quedaba una mujer morena, muy guapa que llevaba el cabello recogido y tenia unos lentes de mariposa que a Angus le parecía muy gracioso que todavía usara.

     —Hola, Sara —saludó alegre de ver a su amiga— Claro vamos, ¿por qué no?



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